“Tengo un proyecto interesantísimo y he pensado en ti.” “¿Te vienes a casa el fin de semana?” “El proyecto necesita un coach. ¿Te apuntas?” “¿Puedo pedirte un favor? ¿Me revisas este trabajo?” “Se ha quedado libre una asignatura. ¿La puedes impartir tú?” “He visto un curso de fotografía en el que se trabaja por parejas. ¿Lo hacemos juntos?” Estos son algunos ejemplos de mi vida de ofertas y peticiones que me llegan. Tú tienes los tuyos. ¿Cómo tiendes a responder? Piénsalo. Sí es la respuesta por defecto ante las demandas sobre nuestro tiempo. Ante las peticiones, las invitaciones y las ofertas bienintencionadas. Ante las oportunidades.
Decimos que sí porque nos parecen interesantes. Porque nos sentimos halagados. Porque pensamos que todo lleva menos tiempo del que finalmente lleva. Porque creemos que no podemos negarnos. Porque no queremos dar una mala imagen. Porque nos lo pide nuestro responsable. Porque no queremos desilusionar. Porque nos han enseñado que la híper-ocupación es algo de lo que estar orgulloso. Hay muchos motivos por los que tendemos al Yes we can. Pero al decir que sí tan alegremente solemos pasar por alto una cosa: que algo me resulte interesante o “no me parece mal”, no es un buen criterio para elegir cómo empleo mi tiempo. De hecho, es el error no reconocido que tanto estrés y frustración nos causa. Porque hay una verdad que en el día a día pasamos por alto: No todo es importante y no puedo tenerlo todo. No todo es importante. Aunque la urgencia, las prioridades de otros o nuestra propia costumbre de intentar hacerlo todo nos hagan creer que sí. No puedo tenerlo todo. La idea de que “lo podemos tener todo” está muy extendida en nuestra sociedad. Nos la venden en la publicidad. Nos la enseñan en los MBA. Lo asumimos cuando nuestro vecino estrena un Tesla. La realidad es que hay 24 horas en el día, mi fuerza de voluntad es limitada y mi energía necesita ser renovada periódicamente. Es duro, pero me obliga a apostar por lo que más quiero. Me obliga a discernir entre los “no está mal” y los “Sí Rotundo”. Me obliga a decir que No a los 6, 7 y 8 para poder decir que Sí a los 9 y 10. Porque al decir Sí a algo, estoy diciendo No a otras muchas cosas. Y no vaya a ser que entre esas cosas esté lo realmente importante. Darme cuenta de esta realidad y actuar en consecuencia, paradójicamente me aporta una ventaja competitiva sobre aquellos que creen que tienen que decir que sí a todo, y tratan de encajarlo todo. Soy yo la responsable de decidir qué es importante en mi vida y a qué elijo dedicar mi tiempo. Soy la única que puede hacerlo. Si no lo hago, otros lo harán por mi en función de sus prioridades. Y acabo trabajando para la agenda, las prioridades y los sueños de otros. A mi me gustaría que en mi lápida pusiera algo más transcendente que “dedicó su vida a hacer muchas cosas, pero no recordamos muy bien cuáles ni por qué”. ¿Y tú?
1 Comentario
17/11/2022 04:52:20 pm
Seven many movie themselves race human course seat. Technology among word very Congress really force game.
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¿Qué convierte a una vida en una vida bien vivida? En este blog trato las claves que me voy encontrando en mi experiencia, en mi práctica de coaching y en mis clases y talleres. Sin un orden particular. Déjame tus preguntas y reflexiones en los comentarios. Archivos
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