Al poco tiempo de vivir en la Sierra, aún novata en el tema del transporte público, fui a pagar el autobús a Madrid con un billete de 20 euros. El conductor, un señor de edad mediana, sin levantar la mirada, me dijo que no tenía cambio y que no me dejaba subir. Donde vivo pasa un autobús por hora, así que no había forma de llegar a mi sesión de coaching si no cogía ese bus.
Traté de negociar con el conductor, pero he de reconocer que con poco éxito. Mientras yo hablaba, él todo el rato miraba fijamente de frente, escondido detrás de sus gafas de sol, respondiendo cada propuesta o argumento mío con un “no” a secas. Hasta que el chico que estaba detrás de mí para subirse al bus le dio el único argumento válido: un billete de 5 euros, y me pude subir. ¡Gracias Roberto! Al cabo de unos meses, al subirme al autobús, me tocó el mismo conductor. Con la misma cara de pocos amigos, gafas puestas, y sin mirar a nadie de los que nos subimos. En una fracción de segundo decidí: esta es la mía. Respiré hondo, saqué la más amplia de mis sonrisas, y al pedirle el ticket (billete de 5 en mano, claro está) le di el mejor de mis buenos días, y le agradecí efusivamente el cambio. Y… ¡milagro! Me miró a la cara y me sonrió. Una sonrisa tímida, cierto, pero ahí estaba. Y de eso es de lo que quería hablar hoy. De cómo con nuestros actos condicionamos nuestros posibles resultados y por tanto podemos abrir nuevas posibilidades. O dicho de otra manera: cuando cambio yo, cambia todo a mi alrededor.
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Hey, has pinchado en este post. Debe ser que te interesa tener una buena vida.
Yo he hecho lo mismo durante muchos años. No estaba muy contenta con la que tenía. No por lo que tenía o dejaba de tener, ni por lo que hacía o dejaba de hacer, sino por cómo me sentía. Porque al final, si te sientes bien, puedes decir que tienes una buena vida, ¿verdad? Además, otra persona en mi lugar se podría haber sentido genial. Al igual que alguien podría estar quejándose de la vida que yo tengo ahora y que me hace sentir tan bien. ¿Es perfecta? Si te refieres a que no tengo un solo problema, está lejos de serlo. Si te refieres a que todo el día estoy haciendo lo que me dé la gana, tampoco lo es. ¿Entonces por qué siento que mi vida ahora es buena? Porque puedo elegir cómo interpreto las cosas que me pasan. Y puedo elegir la interpretación que me haga sentir mejor. La que sea más constructiva para mi y para los que me rodean. Llevo años con la idea de escribir un blog. No un año, ni dos. Por lo menos cinco. Pero claro, ya puesta a escribir un blog debería ofrecer programas online. Y empecé a mirar referentes en varios países.
“Buah, esto yo sé hacerlo mejor. Además, quiero hacerlo a mi manera, sin cortar y pegar la estrategia de otros, porque a fin y a cabo lo que yo proclamo es que seas fiel a tu Esencia única.” “Sólo necesito investigar unas cuantas plataformas de e-learning y e-commerce, crear una buena estrategia de inbound marketing y empezar a convertir todo ese material que tengo preparado para cursos offline en una metodología y formato de programa online. Bueno, quien dice programa, dice programas, porque material tengo de sobra. A ver por dónde empiezo. Habrá que hacer una mini-investigación de mercado para determinar los temas más solicitados. Huy, esto es más complejo de lo que parecía. Debería formarme con los grandes. Las cosas bien hechas.” |
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¿Qué convierte a una vida en una vida bien vivida? En este blog trato las claves que me voy encontrando en mi experiencia, en mi práctica de coaching y en mis clases y talleres. Sin un orden particular. Déjame tus preguntas y reflexiones en los comentarios. Archivos
Agosto 2021
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