¿Cuándo fue la última vez que tuviste que apartar la maleza para hacer tus necesidades, armado de una bolsita de recoger caca de perros, un rollo de papel, y quizás una linterna de esas del estilo minero que no te hace parecer demasiado inteligente..?
¿Y desde cuándo no buscas un sitio para pasar la noche antes de que oscurezca? ¿O un lugar donde hacer un fuego para preparar el jabalí que acabas de cazar? Vale, esto último ha sido una ligera exageración. En mi caso suele ser un buen corte de ternera ecológica, comprada en la carnicería local. Pero ya entiendes a lo que voy. ¿Cuánto hace que no vuelves a lo básico? Todos los años mi chico y yo nos escapamos un mes con la furgo, para perdernos en sitios sin cobertura, buscar lugares para pasar la noche sin que nadie nos levante, improvisar duchas en pinares, tratar de enfriar la cerveza en el río, cuyo agua de forma incomprensible tiene un efecto más refrigerante en tus pies que en tu cerveza, pasar el día leyendo sin saber muy bien dónde estás, dar una vuelta para cargar el móvil, buscar piñas y ramas para encender la barbacoa, contemplar la puesta de sol en un lado de nuestra casa provisional, y a la mañana siguiente el amanecer en el otro lado, lavar el bañador en la ducha de la playa, cargar agua en la fuente, y compartir historias con pastores de ovejas, parroquianos en el bar de la aldea, u otros hippies furgoneteros como nosotros sobre el tema recurrente: ¿hay agua corriente?
3 Comentarios
POST INVITADO En este post invitado Sara Morte hace un repaso de su experiencia con el coaching. ¡Gracias por tu generosidad, Sara! Compartir siempre me ha parecido una actividad muy loable y, por eso, quiero compartir mis conclusiones después de haber tenido el lujo de participar en un Coaching Ejecutivo.
¿La vida me maneja a mí o llevo yo las riendas de mi vida? Si la respuesta es la primera opción, hay que ponerse ya manos a la obra… no debemos esperar ni un momento. El comienzo fue desgranar cada pedacito de cómo pienso y por qué, cómo actuó y por qué; además de analizar lo que me ayuda o me aporta con el fin de encontrar el camino para darle sentido a mi día a día. En resumen, tener la capacidad de mirar desde otro prisma o perspectiva mi situación (inútil es intentar cambiar el sistema o situación en ocasiones). Y lo más importante, tener la capacidad de tener las herramientas necesarias para poder elegir y decidir cómo quiero manejar mis valores, sentimientos y algo más tangible, las vivencias diarias de mi vida profesional y personal. Nunca tenía la sensación de plenitud. Siempre había más por conseguir. Más por hacer. Para poder sentirme realizada, feliz, equilibrada, en paz. La felicidad se había convertido en la metafórica zanahoria al final del palo. Y yo la perseguía sin descanso. Porque a veces la rozaba. Y siempre pensaba que con cada paso, con cada logro y cada objeto adquirido estaría más cerca de ella.
“Cuando tenga mi propia agencia, por fin seré libre y podré hacer las cosas como a mi me gusta. No me importa trabajar mucho, lidiar con el riesgo y aprender gestionar el NO, mientras sea libre. Cuando pueda decidir mi propio destino, seré feliz. Llegué a tener mi agencia. Trabajaba mucho, lidiaba con el riesgo y aprendía a gestionar el NO. Era libre hasta cierto punto. Pero no me llegaba esa sensación de felicidad. |
Autor
¿Qué convierte a una vida en una vida bien vivida? En este blog trato las claves que me voy encontrando en mi experiencia, en mi práctica de coaching y en mis clases y talleres. Sin un orden particular. Déjame tus preguntas y reflexiones en los comentarios. Archivos
Agosto 2021
Categorías
Todo
|