El otro día uno de mis estudiantes valoró una de mis asignaturas con un 1. Creo que fue porque no estaba la opción del 0. Lo primero que pensé era “debe ser un error…” Pero no: los comentarios no dejaban lugar a duda: a esta persona no le había gustado ni el título de mi asignatura. Acostumbrada a recibir buen feedback, me pregunté: ¿Qué había pasado? ¿Debería preocuparme? Seguro que te ha pasado. Has recibido algún feedback arrollador. Cuando menos te lo esperabas. Y es posible que te quedaras un momento fuera de juego. Incluso que te indignaras o enfadaras con la persona en cuestión. Otra reacción común es concluir que la otra persona está equivocada. No será la primera vez que al recibir una evaluación 360º escucho: “ya sé quién dice esto, y por qué lo dice, así que no me vale.” Yo creo que todo feedback tiene valor. Y que hasta un feedback negativo, mal entregado y no-constructivo puede ser positivo. Y te explico por qué: 1. El feedback es una opinión.
Y todos tenemos una. Incluso más de una. Porque lo que haces hoy me puede parecer bien, y lo que haces mañana me puede parecer mal o regular. Visto así, las opiniones sobre nosotros son múltiples, variadas e inevitables. Porque piensa: con cuántas personas te relacionas a lo largo del día a través de contacto directo o indirecto? Cuántas personas recuerdan la última interacción contigo y por tanto tienen una opinión sobre ella? Cuántas personas te han oído hablar, han leído algo tuyo, se han reunido en algún momento contigo y tienen una opinión sobre ti que perdura en el tiempo? Y cuántas personas tienen una opinión “prestada” de ti, sin conocerte directamente, pero comprando la opinión que tiene un tercero de confianza sobre ti? Sí, sí, tú también haces eso. A que el jefe de tu mejor amigo es un incompetente… Total, no hay que ser de ciencias para comprender que ahora mismo existe ahí fuera multitud de opiniones sobre ti. Y no hay que ser Gauss para saber que no todas serán buenas. Si mínimamente creemos en su famosa campana, alguna opinión sobre nosotros debe ser negativa. Además, ¿conoces a alguien que le gusta a todo el mundo, todo el tiempo? Espero que no… 2. Yo puedo decidir lo que hago con esa opinión. Yo creo que es bueno conocer la máxima cantidad de opiniones sobre mi trabajo, porque me dan la oportunidad de mejorar continuamente, y no dormirme en los laureles. Ahora, es mi labor analizar el feedback y decidir si me sirve para mejorar y quiero hacer algo con ello, o si no me sirve y simplemente lo agradezco y continuo con mi vida. Y cuanto más claros tenga mis objetivos, principios y valores, mejor podré discernir. La pregunta quizás no debería ser si el feedback es bueno o malo, sino si me aporta o no me aporta para avanzar en la dirección que quiera ir. Visto así, el feedback siempre es un regalo, porque me da la oportunidad de considerarlo para mejorar. 3. El feedback es una opinión puntual, sobre algo que he hecho en un momento determinado, y no un veredicto sobre toda mi persona para los tiempos de los tiempos. No soy tan importante para nadie. Creo que todos nos tomamos tan en serio, y nos damos tanta importancia, que llevamos el feedback a nuestro ser, en vez de a nuestro hacer. Y es entonces cuando nos sentimos heridos en nuestro orgullo y lo tomamos como un ataque personal. Aunque pensado fríamente, ¿qué opinión es capaz de atacar? Las opiniones en todo caso informan, ¿no? ¿Crees que ese alumno tenía la intención de atacar a mi persona? ¿O su opinión me informa de que el curso que estaba impartiendo ese día no era lo que necesitaba? Y aunque la intención fue la de atacarme, remitiéndome al punto anterior, y citando a Teresa de Calcuta: No me pueden herir sin mi consentimiento. Así que nunca desestimes un feedback porque es negativo, ni siquiera porque crees que la persona te la hizo de forma no-constructiva. Sólo desestímalo si no te ayuda a ser mejor, en tus propios términos y de acuerdo a tus propios objetivos, principios o valores. Ojo, si nadie necesita el curso que estás impartiendo, considera cambiar de curso. Si todo el feedback que recibes es invariablemente malo, pregúntate qué está pasando. Pregúntatelo igual si es siempre 100% positivo. Estos son claros indicios de que algo va contra la naturaleza de Gauss. Que algo estás haciendo mal. O que no escuchas todas las opiniones. O que ni siquiera estás pidiendo feedback, porque no vaya a ser… 4. Cuantos más detractores, ¡mejor! Aquí voy a ser un poco radical. En una sociedad tan fragmentada y hiperespecializada como la que tenemos, en cuestión de feedback yo abogo por invertir la campana de Gauss y tratar de conseguir una sonora “U”: a la izquierda tus fans incondicionales, en el medio los ni fu ni fa, y a la derecha la gente que no quiere oír ni el título de tu curso. Y queremos que el grupo del medio sea lo más pequeño posible. Porque no nos aporta nada. Porque piénsalo: ya que es imposible complacer a todo el mundo, ¿no será mejor aportar un valor brutal a tu público natural, pagando el “precio” de tener un grupo de personas a las que no les gusta nada lo que haces? Así, tus detractores son el indicador de que en el otro lado de la “U” hay fans incondicionales. Y así habrás conectado, pero conectado de verdad, con las personas que te valoran. Y esas son las personas que conforman tu público ideal. Tu jefe ideal. Tu cliente ideal. Tus amigos ideales. Los que te quieren cuando eres tú. O mejor dicho, porque eres tú. Sin filtros. El tú rarito, en toda su esplendor. Esto en marketing se llama tener un posicionamiento. Una proposición de valor. Representar algo y ser el mejor en eso. Dar un servicio increíble a las personas que buscan lo que tú puedes ofrecer. Pagando el precio de la indiferencia o incluso la desaprobación de otros. Cuando estás dispuesto a hacer esto, pueden pasar cosas sorprendentes. Corre por ahí la historia de Leonard Cohen, el legendario cantautor de éxitos melancólicos con letras desgarradoras, que decía de si mismo: No me considero un pesimista. Creo que un pesimista es alguien que está esperando que llueva. Y yo me siento empapado hasta los huesos. Pues por lo que se cuenta, al inicio de su carrera musical intentaba tocar música alegre, porque pensaba que a nadie le interesaría ir a escuchar tocar a un tío triste. Cuando vio que su carrera musical no despegaba le pidió consejo a un monje budista, y este le pidió que le tocara algún tema. Al finalizar le dijo: Leonard, you should play more sad. Deberías tocar más triste. Ahí lo dejo. 5. Si recibes feedback, es que estás haciendo cosas Por último, recuerda que si recibes feedback es que estás vivo. No dicen que los barcos amarrados en puerto están seguros, pero que no están hechos para eso? Pues tú tampoco. Así que, la próxima vez que recibas un feedback “negativo” o “equivocado”: - da las gracias a la persona que se tomó la molestia de dártelo - pregunta si te puede aclarar con ejemplos o más datos por qué no le ha gustado lo que hiciste - valora si te aporta o no para ser mejor en el futuro - y obra en consecuencia, actuando sobre el feedback o desestimándolo - y en cualquier caso continua con tu vida. Nadie pretende que no lo hagas. En el caso del alumno que me dio un 1, concluí que esta persona estaba a la derecha de mi “U”, lo cual legitima esas personas que están a la izquierda y a las que tanto valor estoy aportando. Por eso, decidí no actuar sobre ese feedback, sino celebrarlo con un buen vino. ¡Al fin y al cabo, estoy viva! Reflexión: Cuando te llegue el próximo feedback “malo”, ¿qué harás para celebrarlo?
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¿Qué convierte a una vida en una vida bien vivida? En este blog trato las claves que me voy encontrando en mi experiencia, en mi práctica de coaching y en mis clases y talleres. Sin un orden particular. Déjame tus preguntas y reflexiones en los comentarios. Archivos
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